En el contexto de la fundación de la Compañía de Lota surge la primera industria cerámica al sur del Biobío: la Fábrica de Ladrillos Refractarios y Cerámica de Lota, fundada el año 1854. Abierta apenas dos años después de la Compañía de Lota, la fábrica de ladrillos refractarios fue casi tan longeva como la industria carbonífera. Los inicios de esta fábrica tuvieron que hacer frente a la duda instalada sobre la calidad del material refractario nacional, que se creía no era competencia al ladrillo inglés importado. El descrédito fue superado y se comprobó la calidad de la producción de Lota, que además presentaba la ventaja comparativa de tener un costo considerablemente menor.
Dentro de todos estos elementos, probablemente los más célebres son los objetos decorativos y de menaje que fabricó la fábrica hasta su cierre: figurillas, decoraciones, íconos religiosos, personajes típicos criollos, animales, menaje de todo tipo, floreros, ceniceros, platos, tazas, entre otros objetos que habitaron cientos de hogares.
Un importante número de mujeres trabajó en la Fábrica, cumpliendo el rol de decoradoras. Se cree que la incorporación de las mujeres a esta industria inició con la fabricación de aisladores cerámicos en 1929, marcando un hito en la historia de la industria lotina.
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